martes, 26 de junio de 2012

Guillermo Hernández Barbosa ... Tras veinte años dilapidados desde 1.992, un presidente dice la verdad en Río+20

Tras veinte años dilapidados desde 1.992, un presidente dice la verdad en Río+20

Debería darles vergüenza a los dignatarios que siguen hablando en términos eufemísticos como  “desarrollo sostenible”, de “restitución medioambiental”, de “cuotas de contaminación”, es decir, de manejo de la irresponsabilidad de las sociedades más depredadoras y terminología por el estilo. Al menos Uno, que habla como un Ser Humano y no como un zombi, que dice la verdad y además sin leerla, entre tantos ineptos que repiten discursos ...
bien escritos acomodándose al guión que deben representar en el drama de control; Uno que reflexiona sobre las causas del colapso ecológico planetario y no intenta dar tratamiento a las consecuencias como si fueran sus causas. Don José Mujica no ha dicho nada nuevo ni para él ni para su querido pueblo uruguayo; es una lástima que un ser de esta estatura moral y ética como ser humano, represente tan sólo a tres millones de seres humanos, trece millones de vacas y once de ovejas. Sus preguntas son las preguntas de un sabio, a las cuales no responde porque sabe que carecen de respuestas para ser puestas en práctica por decreto: La dignidad, la solidaridad, la autoestima y el humanismo no se decretan por ley de ninguna cumbre, simplemente porque forman parte de la herencia espiritual de todo ser humano, otra cosa es que las hayamos olvidado o canjeado por dádivas e ilusiones. Si la Cumbre de Río 92 no fuese un fracaso programado, como lo es Kioto y como lo fue Copenhague, Río +20 no hubiera sido necesaria; además porque si en Río 92 se expuso que ya habíamos pasado el punto de no-retorno de colapso medioambiental, Río +20 es un mentidero de promesas, para las cuales tampoco habrá voluntad política dispuesta ni siquiera para diagnosticar la caída en el abismo. Don José dice que no se opondrá a las conclusiones de la cumbre, que pondrá lo suyo para hacer lo que haya qué hacer, pero en su interior –y lo trasluce-, existe cuanto menos la duda, no sólo por el vacío político a falta de voluntad real de los compromisarios y las agendas que los rigen, sino porque si el diagnóstico no se acerca a las causas verdaderas de las que habla, jamás las directrices podrán ser certeras. Escuchando a Don José Mujica, me viene a la memoria otro uruguayo demasiado honesto y humano como para soportar estos tiempos, pero que nos ayudó a hacer consciencia sobre nosotros mismos: Mario Benedetti y no muy atrás un Alfredo Zitarrosa, un Daniel Viglieti, el mismo y actual Eduardo Galeano, para solo nombrar algunos uruguayos que deben sentir orgullo –allí donde estén- por su presidente. De mi parte, permitidme subirme a ese trenecito de admiradores de la verdad dicha por UN Ser humano, presidente de un hermano país ibero-americano. Esta debería de ser la Noticia de La Cumbre y a su alocución adherir todos los demás para derivar las conclusiones, pero me temo que quedará como un discurso más.  
Guillermo Hernández Barbosa

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